NO HAY ECO NI RESPUESTAS
Cierro los ojos ¿y qué ves mientras lees mis pupilas, Eduardo?
Cierro los ojos y un surco saca espuma de mi espalda. Tiemblo de fríos viejos
por más sol que me bebí, me unté, me tragué y me refregué.
Dime qué dolor tienes en las sienes, Aurora.
Si sientes las yemas si te toco, Octavio.
Regálame dos minutos para pasearme por tu lengua-anguila,
quiero cerrar los ojos en el fondo del mar, Arturo.
¿Tú a dónde te vas cuando no estás?
Sorbo un poco de café y me entristece
este bosque sin remedio, porque está hecho de purititas mentiras;
sus hojas caídas en la tierra, inasibles, como estos charcos frondosos.
¿Qué mentira estás diciendo ora que estás callando?
Abro los ojos, Jaqueline, y ¿qué ves mientras lees mi llanto?
¿O más bien estoy queriendo sonreírme?
No me digas nada. No tengo miedo.
Dejáme poner este mi dedo en tu boca violeta.
Te veo muerto. Yo no me veo.

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