Por mí, ni un odio, hijo mío,
ni un solo rencor por mí,
no derramar ni la sangre que cabe en un colibrí,
ni andar cobrándole al hijo
la cuenta del padre ruin,
y no olvidar que las hijas
del que me hiciera sufrir
para ti han de ser sagradas
como las hijas del Cid.

Andrés Eloy Blanco (Cumaná, 1896/Cd. de México, 1995)
De "Coloquio bajo el olivo"

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