Una de las cosas terribles de la individualización de la vida social es que sea tan difícil hacer elaboraciones teóricas en colectivo. No hay la costumbre, la referencia, el espacio, el modo sencillo para nomás debatir y sentarse a discurrir sobre el mundo. Eso se puede hacer fácil, con unas chelas o un café, en una cantina o en tu casa. Puedes sólo debatir. Eso es ya una práctica. Pero da ansiedad o impaciencia que nos estén comiendo el mandado por tantos frentes, y nosotros nomás aquí, solitos, tan sobredeterminados por la lógica estructural de la acumulación infinita de capital. Creo que nuestro problema es que obedecemos demasiado a la dinámica de las estructuras. Esto es sencillo, porque aprendemos socialmente a depender de las instituciones sociales. Luego, da la impresión de que sin ellas es imposible hacer lo colectivo. Pero es falaz. Se puede, sólo que no es fácil, ni barato. Hay que inyectar una energía particular, un esfuerzo grande, y lo interesante es que es a cambio de nada mercantil, de ningún mérito, de ningún reconocimiento. La pregunta es si va a ser realmente posible que lo hagamos, o es una vil chaqueta mental sempiterna. Y para qué, más allá y más acá del placer-en-sí se elaborar-filosofar-construir-destruir teóricamente el mundo con los otros. A lo mejor el pedo es que la séptima tesis sobre Feuerbach, del Marx, alumbra en las tinieblas de la verdad. ¿Cómo podemos transformar el mundo? Es con acción directa, pero colectiva, organizada. De otro modo, es harto difícil. Y yo ya no me trago lo del granito de arena individual.

La escuela parece estar eminentemente dotada para ser la Iglesia Universal de nuestra cultura en decadencia...

La escuela sirve eficazmente como generadora y sostén del mito social del progreso debido a que posee la estructura de un juego ritual de promociones graduales...

La escuela es un rito iniciatorio que introduce al neófito a la carrera sagrada del consumo progresivo...

El universitario titulado ha sido escolarizado para cumplir un servicio de reclutamiento entre los ricos de la tierra...

La universidad moderna ha alienado su oportunidad de proporcionar sencillamente un marco para encuentros autónomos y anárquicos, orientados pero no planificados, entusiastas. En cambio, ha elegido convertirse en gerente de un proceso que fabrica los productos llamados investigación y docencia.

Iván Illich. Hacia el fin de la era escolar.
CIDOC. Cuaderno 65. Cuernavaca, 1971

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