Romper un huevo sin que ocurra una pequeña catástrofe es difícil. Siempre he creído eso y vuelvo a pensarlo ahora que las circunstancias me han colocado en la cocina blanca para vérmelas por mí mismo y preparar algo de comer. El sol entra por la ventana y baña la pared de mayólicas en la que mi contorno reflejado puede vislumbrarse como en un espejo malísimo, borrosa leche derramada, pero lo suficientemente efectivo para mostrar quien yo soy en líneas generales: un metro ochenta y dos de flaca y pálida torpeza con un huevo en la mano. Sería una escena cotidiana, pero para mí es una estampa del aislamiento vital...

(Inicio de Huancaína freak, de Juan Manuel Robles, Perú, 2007)

Comentarios

Anónimo dijo…
Hola, ¿cómo así conoces Huancaína freak? Ese libro lo he visto en Lima, pero este blog es de México.
lich andares dijo…
Pues me lo prestó un amigo que anduvo por allá...

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