Buenos Aires 1

Estamos mirando este mundo todavía. Anunciaron su muerte, su fin, su desástrofe. Y tmbién habían anunciado que renacería, que revolverían las piedras sus polvos atómicos con tal de hacernos mover y que las láncemos. Pero tampoco. La crisis nunca tensaron a punto de romperse, y lo que se rompía se escondía, como los recuerdos turbios se escoden con el polvo, debajo de los sillones. Envejeció lo que era nuevo y no fue nuevo que los viejos no importaran. Y cuando los viejos se fueron, vivos o muertos, porque quisieron o porque se cansaron de que los ignoráramos, nada mejoró, sólo los extrañamos. ¿Dónde está la potencia para renovarse? ¿Cómo curte uno el cuero para poder vivir así, como se quiere? ¿De dónde sacamos más piel, más deseo, más corazón? No es que estemos derrotados. No fuimos a ninguna guerra a pelear nada, porque a los que nos precedieron los espantaron lo suficiente como para prevenirnos. La guerra dejó muertos en la tierra sobre la que ya ni hemos sembrado.
Hoy se libra una guerra en el campo, nadie entiende por qué. Matan a los campesinos, a los que cuidan el bosque y a los que pescan en los últimos ríos. Ya no consideramos sagrada la tierra que nos alimenta y nos abraza. Ya no tocamos, siquiera, la tierra.
Para qué pensar, para qué decir, por dónde hacer, por dónde ir, cómos, conquienescuándos.
Ninguna pregunta hemos podido resolver, y ya estamos llegando.
Ni juntos, ni solos, ni separados, ni acompañados. De ahí no han venido respuestas.



Pero algo habita ahí también. Somos nosotros. Despertándonos juntos. Abrazándonos. Estamos queriéndonos. Eso es nada, comparado con los problemas del mundo, pero es todo en el universo que somos cuando nos queremos.

Ahí está la grieta de un camino por el que vamos muy rápido. Ahí está la entrada que nos llama. Un huequito que, de oscuro, nos invita a meternos, a no llegar a la estación, a no seguir el mismo recorrido de siempre, así porque sí.

Es un conejo que no se hace como el que no ve a Alicia. Es un conejo que la llama risueño, al contrario del cuento. Y ella no puede resistirse. No puede decir que no, porque Alicia siempre va detrás de su conejo con prisa, a ver quién no cumpleaños hoy en el juego de té.
Posted by Picasa

Comentarios

Entradas populares